sábado, 3 de enero de 2015

HACER DE OTRA MANERA


Parece que vamos aprendiendo, o al menos intentándolo, que es necesario un cambio en la forma de hacer las cosas en política Se dice mucho eso de que “las viejas formas ya no sirven” y creo que, quien eso diga, tiene mucha razón, pero creo también que conviene reflexionar un poquito sobre el asunto, para evitar que se convierta en un mero eslogan comunicativo, con mucha fuerza emocional, pero vacío de contenido. Lo nuevo no es bueno por ser nuevo, ni lo viejo malo por lo mismo. Las formas son buenas o malas si resultan ser coherentes con los fines. No vale cualquier manera de hacer para conseguir cualquier cosa, porque, como es sabido, el que no sabea  donde va, termina en otro sitio.
 
Por eso, conviene empezar por los fondos. O al menos por algunos de ellos. Lo que se busca, y si no es que estamos hablando de otra cosa, es ser capaces de generar un sistema de organización de la “res pública” que propicie la real participación de todas las personas en todos los momentos.  Es decir, desde el análisis de la realidad, pasando por el discernimiento del  mismo, (la relectura de la realidad analizada a la luz de los valores), para culminar con la toma de decisiones y la implementación de las mismas.

A mi particular modo de ver, eso de la participación tiene dos condicionantes previos en quien ejerce de participante. El compromiso y el conocimiento. El compromiso que es algo de tipo emocional, y el conocimiento que tiene una carga mucho más racional. Si no tengo ni idea del tema al que se me invita a participar, podré ser un invitado de piedra, pero participar, lo que se dice participar… poquito. Y de igual manera, si no siento que eso de lo que se trata es “importante” podre deslumbrar a los demás con toda mi sabiduría, pero tampoco estaré participando.

Incluso daría un paso más, esas dos condiciones han de terminar siendo una sola, si se me permite el neologismo, para participar es necesario tener “conomiso”, o “comprocimiento” ; una vivencia integrada del conocimiento y el compromiso, de forma que lo racional quede equilibrado con lo emocional y viceversa. Creo que todos conocemos , o incluso a veces nos reconocemos, bien como fanáticos (con un desequilibrio emocional) o como vendedores de nuestro libro (desequilibrados desde lo racional) Y cuando en un espacio topamos con, o nos comportamos como estos personajes, la posibilidad de la participación queda bastante tocada.

Yo conocía a una persona “comprocimentada”, pero desgraciadamente se murió el año pasado. Por eso, los que hemos quedado aquí no nos queda sino empeñarnos en aprender en proceso. Y probablemente lo primero que tenemos que hacer es “desaprender”.

El asunto es harto complejo,  y no pretendo yo en este post aportar la solución final, ojala la tuviera, pero no es el caso.  Hoy quiero cerrar esta reflexión apuntando cinco retos un poco más terrenales, donde nos jugamos esto.

1.-Los procesos centrípetos:  Cuando nuestras organizaciones giran y giran, pueden desarrollar la fuerza centrifuga o la centrípeta. Dicho de otra forma, nuestras formas de hacer atraen hacia el centro o expulsan hacia la periferia de la organización a sus miembros. Es inevitable que los grados de “comprocimiento” sean diversos, y eso es bueno, pero nuestras dinámicas han de ser capaces de integrar esa diversidad, de saber que el conocimiento tiene diversas fuentes y que ninguna es más importante que otra; que el compromiso a valorar no siempre es el que mas “reluce”. Si vemos que cada vez somos menos los que vamos o los que hablamos cuando estamos… algo va mal.

2.- Los sistemas abiertos: Para que un sistema, un organismo, pueda ser considerado como vivo, ha de desarrollar intercambio  permanente con el entorno en el que vive. Si nuestros lugares de intercambio con los que aún no están con nosotros ( y que probablemente nunca lo estarán)  se atrofian, o pasan a ser cosas secundarias en nuestra preocupación… algo va mal. Si nuestras energías se queman fundamentalmente en los proceso internos, con todo lo importantes que estos pudieran ser, estamos condenados a morir en breve. La vida real está fuera de las paredes de la sede, y de los estatutos y reglamentos.


3.- Las identidades no convencionales: La identidad, las convicciones, los valores compartidos… son la base de cualquier organización. Sin ellos solamente estaríamos hablando de agregados instrumentales, probablemente útiles pero necesariamente efímeros.  Ahora bien, esa identidad la podemos concebir de forma no convencional, o dicho de otra manera como algo que cuanto más lo usamos, más se incrementa, al contrario que lo convencional, que cuanto mas se usa mas se gasta. Así, nuestra identidad no está para defenderla, sino para compartirla, para dialogarla, para aportar cosas a otros, y lo que es más importante aún, para recibir de otros con otras identidades. Cuando escuchemos eso de “es que estos no son…” habrían de encenderse todas las alarmas.

4.- Las redes policéntricas:  La nueva metáfora de una organización es una red. Hasta ahora al mirarla veíamos una pirámide, con su base y su cúspide. Por le contrario, una red no tiene ni una cosa ni la otra, es más bien mirada no tiene ni centro, sino nodos diferentes, horizontalmente relacionados de diversas formas. En una red, nadie tiene que dejar de ser lo que es, ni de hacer lo que le apetece, para formar parte del todo. Y lo que vale para una organización, vale para una agrupación de entidades, para una coalición, para un proceso de confluencia…

5.- Los liderazgos colectivos: Los lideres existen, para que lo vamos a negar. El liderazgo es una capacidad psicológica humana que opera y operará. Y menos mal que existe. Pero de eso a ensalzarla como algo atribuible a una única persona en todas las esferas de la complejidad organizativa va un abismo. También conocí a un líder con esa capacidad, que también se murió.  Si vemos que en las cosas que hacemos tienen una paternidad o maternidad reconocible de manera sistemática, y más aún si esa tendencia empieza a ser reconocida en muchas cosas…  estaremos alimentando el bicho. Si la cosa, al final, no la conoce ni la madre que la parió, será buena señal. Así construiremos liderazgos colectivos

Casi na… que decía aquel. Creo firmemente que para hacer de otra manera no basta con ser asamblearios, es más conocemos mil maneras de manipular una asamblea. Son solo apuntes de una reflexión que creo debemos hacer, completar y sobre todo, mantener de manera permanente, para desaprender y aprender.

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