sábado, 27 de diciembre de 2014

EL PUENTE DE LA INMACULADA CONSTITUCIÓN


Echemos unas risas. Porque no hay nada mejor para desmitificar a alguien que imaginárnoslo cagando. Hagan el ejercicio y verán. Hoy quiero sentar tan ilustre  trono a nuestra querida, admirada y sobre todo mitificada constitución.

Seguramente porque de los escaños aún emanaban efluvios episcopales (si de aquellos procuradores tonsurados y con faldas que eran designados por el “Jefe del estado”) cuando los padres de la patria terminaron la constitución, decidieron que está se aprobara en referéndum el día seis de diciembre, bien cerquita del ocho, que como todos sabemos, conmemora la Inmaculada Concepción.

A más de regalarnos a los curritos un fenomenal y nunca bien ponderado puente, debieron hacerlo para declarar también el dogma de la Inmaculada Constitución. A cuyo ensalzamiento y reafirmación asistimos en estos días. Y ya se sabe que los dogmas son cosas que hay que creer, porque quien los proclama lo hace con verdad incontestable, inspirado directamente por Dios.

Es cierto que la mayoría de los españoles que hoy tienen derecho a voto, bien no habíamos nacido, bien éramos demasiado niños para entender nada. Pero tampoco estábamos allí cuando Galileo dijo aquello de “eppur si muove” y sin embargo: si muove.

Ahora bien, de momento y hasta que venga un nuevo Einstein a demostrarnos lo contrario, la tierra se mueve en la inmensa coreografía estelar de la que forma parte. Pero la constitución , alguna manchita ya tiene. Y lamento la herejía de esta afirmación, que trataré de defender.

Que tiene cosas buenas es evidente, y no por dogma, sino porque en su marco puedo escribir esto, con el permiso de la ley mordaza mediante. Eso y muchas otras cosas que no son óbice para que , a mi humilde entender, las máculas constitucionales sean de tal envergadura que no me valga con unos retoquitos por aquí y unos centrifugaditos por allá.

Los libros de texto, ni siquiera los de la peligrosa educación para la ciudadanía, no mencionan el contexto en el que se produjo el mistificado consenso. Ni palabra de los rumores de sables, ni por supuesto de los otros rumores, o mejor tintineos, que es lo que las monedas hacen. Porque de ambos hubo como explicación plausible a los sapos que hubo que tragar. Bendito consenso el que se funda sobre el miedo.

Por evidente en si mismo, no abundaré en el tema monárquico ni en el hecho de que hoy hablemos de una princesa de Asturias (pobre criaturita) inconstitucional, porque o Felipe VI “el preparao” , se hace la vasectomía, o como engendre varón vamos a tener un lio de agárrate.

Y no solo por evidente, sino porque lo considero un asunto de segundo orden, al fin y al cabo Ronald Reagan y Georges Bush también eran republicanos y solo de escribir una característica compartida con ambos personajes se me erizan los pelillos del cogote.

Mucho más me preocupan los desarrollos de los otros rasgos definitorios de esto nuestro: me refiero a lo de social, a lo democrático y a lo de derecho. Que estado ya sabemos que somos.

Podría hacer aquí y ahora una enumeración de las llamadas reformas que al amparo o mejor con la excusa de la crisis llevamos sufriendo en este país desde la segunda legislatura de Zapatero profundizadas con ahínco en la primera y esperemos que ultima de Rajoy. La precarización de las condiciones de trabajo, la ilegalización de la protesta, la imposibilidad de la tutela judicial efectiva, el cambio de modelo sanitario, la recentralización que fulmina el rol de los municipios, la apuesta por una educación dual…

Todas ellas, mas otras que no cito por no alargarme, que asi enumeradas una detrás de otra, nos pone de manifiesto que asistimos a un cambio radical de modelo. Cambio que cabe y bien a gusto en nuestra constitución. Quizá con la excepción de la prioridad en el pago publico deuda privada. Ah, ¡ es verdad ! que esto también cabe aunque para hacerlo haya que forzar el mito de la inviolabilidad y se pueda cambiar de la noche a la mañana, con agostidad , bipartidismo y alevosía.

Quizá el retruécano jurídico más llamativo, por no llamarlo directamente aberración, sea ese de haber incluido en la constitución  como derechos fundamentales, solamente una parte de eso que hemos convenido en llamar derechos humanos, dejando algunos otros simplemente enunciados como “principios rectores de la política social y económica” casualmente casi todos los que se conocen como DESC, osea, derechos económicos, sociales y culturales.

Y los primeros, esos que si están reconocidos como fundamentales, con unos desarrollos posibilitados por la propia redacción constitucional que los dejan, en la mayoría de las ocasiones, en  puro deseo o declaración de intenciones políticamente correcta.

Se le puede perdonar que ni referencia tenga a los otros derechos conocidos como de tercera generación, porque en el 78 apenas nadie los olía siquiera. No será perdonable si la nueva que hagamos (que no nos falte de na) no se refiere a los derechos ecológicos,  al derecho al desarrollo (que no crecimiento) justo, solidario  y sostenible… de las personas y los pueblos

En definitiva, nuestra constitución nació manchada de neoliberalismo, pues no en vano nace en pleno proceso mundial de salida a la crisis de los setenta, en la que el capital había decidido romper con el pacto social fundante de los modernos estados sociales, democráticos y de derecho.  Y desde entonces hasta ahora, lento pero seguro, han ido a por lo suyo, y casi casi lo tienen.

¿Qué que eso del pacto? Pues en dos palabras, las entonces potentes  organizaciones obreras renuncian al cambio de sistema, y el capital se compromete a redistribuir una parte importante de la riqueza en forma de “estados del bienestar” Evidentemente esto es una metáfora simplificadora, pero para entendernos nos sirve.
¿Qué como lo han roto? Pues también en dos palabras, se inventan una salida de la crisis basada en una constante bajada salarial, junto con un incremento bestial de la producción de bienes y servicios, con su obsolescencia programada incluida. Bienes que, como hay menos dinero para comprarlos, se adquieren mediante el crédito fácil, situación que provoca la irrupción bestial de lo financiero como modelo económico dominante, y que acaba explotando unos años después, dejándonos con una mano delante, la otra detrás, los estados del bienestar desmontados, y debiéndolo un huevo al banco. De nuevo perdón por la simplificación.

Y en eso llegamos nosotros, y decimos: oye que queremos ser de esos, y hacemos una constitución, si pero con el permiso de la orquesta que toca su música hecha de tintineo de monedas y ruido de sables . Y esto sorprendió a un pueblo aun asustado, bastante bisoño, obediente hasta en la cama, como decían Jarcha por aquellos días.


Y por acabar con música, también de aquellos días, (antiguo que es uno) puede parecer y así lo esperamos muchos que:

“Tu yo yo sabemos
que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba,
y que una lluvia fuerte,
sin bio-enzimas, claro,
limpiará nuestra casa”

Así que eso, que llueva que llueva…

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